LA MUJER EN CRISTO DEBE EVANGELIZAR


A. EL DESIGNIO DE DIOS PARA EL HOMBRE Y LA MUJER
1. La Mujer Como Una Ayuda
Dios le dijo al hombre: "No es bueno que el hombre esté solo" (soltero).

Aparentemente, nunca fue el propósito de Dios que el hombre viviera
solo. Desde el amanecer de la historia humana, el plan de Dios para el
hombre incluyó una mujer o compañera para que estuviera a su lado,
para que compartieran mutuamente tanto el trabajo como la vida el uno
con el otro, uno al lado del otro: una unidad bajo la dirección de
Dios.

A eso es lo que llamamos compañerismo. Éste implica cooperación,
unidad, adorar y orar juntos, servir juntos, ministrar juntos y juntos
ganar almas.

"Haréle ayuda idónea..."

Esto debe enseñar a los hombres cristianos que sus esposas son sus
"ayudas idóneas" en la vida, no sus esclavas o sus sirvientas, mas sus
parejas, con quienes compartir y compañeras.

"Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras
éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar.

Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la
trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos
y carne de mi carne" (Gn 2:21-23).

"Esa es la manera en que un hombre debe sentirse acerca de su esposa;
deberá amarla como a su propia carne" (Ef 5:28, 29).

"Dijo entonces Adán… será llamada Varona, porque del varón fue tomada.
Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su
mujer, y serán una sola carne" (Gn 2:23, 24).

Esa es la voluntad de Dios para el hombre y la mujer. Es un
compañerismo amoroso. El matrimonio es el estado feliz de un hombre y
una mujer, compartiendo juntos sus vidas en amor. Ese fue el propósito
que Dios había delineado para ellos.

2. La Mujer Como Una Compañera Sexual
"Por tanto, dejará el hombre… se unirá a su mujer, y serán una sola
carne" (Gn 2:24).

Es contra la Ley bíblica que una mujer (u hombre) soltera tenga
relaciones sexuales. Tiene que permanecer virgen hasta la ceremonia
matrimonial. En los tiempos del Antiguo Testamento, si un hombre podía
demostrar que la mujer no era virgen cuando se casaba, era llevada
ante la puerta de la casa de su padre y los hombres de la ciudad la
apedreaban hasta la muerte (Dt 22:20, 21).

En los tiempos del Nuevo Testamento, Jesús mostró misericordia a los
que quebrantaban las leyes morales. Él los perdonaba y los restauraba
con la siguiente amonestación: "…Ni yo te condeno, vete y no peques
más" (Jn 8:11).

No obstante, el sexo era una parte muy importante de la vida
matrimonial. Dios había ordenado que las relaciones sexuales fueran
disfrutadas en el lugar apropiado y entre las personas casadas
legalmente.

Los judíos creían firmemente en esta doctrina, de tal manera que un
hombre recién casado era libre de sus deberes militares durante todo
un año a fin de que pudiera "...alegrar a la mujer que tomó" (Dt
24:5).

La única restricción era que el esposo y la esposa no tuvieran
relaciones sexuales cuando ella estuviera en su período de
menstruación (Lv 18:19).

El sexo debería ser disfrutado por la esposa, así también como por el
esposo. Dios le dijo a Eva: "...y tu deseo será para tu marido" (Gn
3:16).
Cantares de Salomón presenta a la mujer de manera muy agresiva, quien
besa a su marido y lo conduce al dormitorio. Ella le expresa su amor
repetidas veces y le motiva para que disfruten de sus relaciones
físicas (Cnt 1:2; 2:3-6; 8:10; 8:14).

En los tiempos del Nuevo Testamento, hubo un desacuerdo en la iglesia
de Corinto acerca del papel del sexo. Algunas personas al parecer
retenían los valores hedonísticos (cualquier cosa que se quisiera
hacer sexualmente estaba correcto incluyendo la fornicación, el
adulterio, la prostitución y los actos homosexuales).

Otras personas pensaban que el sexo era algo malo y que uno debería
abstenerse del mismo en cualquier forma, no tener relaciones físicas:
ni siquiera con su propio esposo o esposa legal. (Lea 1 Corintios 7).

Pablo amonestó a los corintios respecto a que el adulterio y la
homosexualidad eran pecados y que deberían ser evitados (1 Co 6:9-11).

Pero dijo que los esposos y las esposas deben disfrutar del don del
sexo que Dios les ha otorgado en mancomunidad. Pablo instruyó que:

"El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer
con el marido… No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo
de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y
volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de
vuestra incontinencia" (1 Co 7:3, 5).

3. El Matrimonio Ideal Se Perdió
Adán y Eva estaban contentos y se amaban mutuamente. Eran una sola
carne. Pero ese primer hombre y esa primera mujer desobedecieron a
Dios, y su pecado trajo sobre ellos el castigo prescrito por Su ley:
"El alma que pecare morirá…" (Ez 18:20).

Fueron echados fuera del Jardín del Edén porque no podían vivir en la
presencia de Dios después de haber pecado.

Se convirtieron en esclavos de Satanás, a quien habían obedecido. "¿No
sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle,
sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte,
o sea de la obediencia para justicia?" (Ro 6:16). Así que, Adán y Eva
tenían un nuevo amo, y ahí fue donde comenzó el gran problema.

En el corazón del hombre y de la mujer la concupiscencia de la carne
comenzó a tomar el lugar del amor. La codicia y el mal tomaron el
lugar del bien; las pasiones pervertidas tomaron rienda suelta.

A medida que los siglos pasaban, debido a que el hombre tenía un
aspecto físico más grande y músculos más fuertes, el mal en su corazón
le llevó a convertir a la mujer en su esclava.

En lugar de una ayuda idónea, amorosa y compañera que proteger y
cuidar, él la redujo a un medio físico inferior para la satisfacción
de su propia concupiscencia o codicia.

4. La Restauración Fue Provista
Debido a las consecuencias maleadas del pecado, gracias a Dios que Él
proveyó la restauración para el estado caído del hombre y la mujer: el
plan de redención a través del cual la mujer ha sido restaurada a su
lugar correcto al lado del hombre.

Ese remedio fue la muerte y sacrificio de Jesucristo nuestro Señor. Él
vino para sufrir las consecuencias de todos nuestros pecados, los de
las mujeres así también como los de los hombres. Él vino para pagar el
precio de rescate por todos nosotros y llevarnos nuevamente a la
posición que habíamos perdido ante Dios y entre los unos y los otros.

B. LA TRADICIÓN DE LA IGLESIA
En Mateo 19:3-9, Jesús estableció Su norma para las relaciones del
hombre y la mujer. Los judíos del tiempo de Jesús tenían sus
criterios, los cuales, habían sido reducidos por Moisés y más tarde
por las interpretaciones y enseñanzas del Talmud.

Jesús dejó claro que esas tradiciones no cancelan o anulan el
propósito de Dios para el hombre y la mujer. Él vino para establecer
la intención y propósito original de Dios. "Por la dureza de vuestro
corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres: mas al
principio no fue así".

1. Se Les Ha Prohibido A Las Mujeres Hablar
Los teólogos no han enfatizado el hecho de que la obra redentora de
Cristo tenía la intención de restaurar el propósito original de Dios y
de tomar a la mujer a su lugar original: al lado del hombre. Así que,
a menudo les prohibían a las mujeres que hablaran en la iglesia.

Han pasado casi 2,000 años desde que Jesús restauró el lugar de las
mujeres; sin embargo, todavía hoy, la tradición de la iglesia les
prohíbe predicar o enseñar.

El respaldo de los teólogos para esta restricción, está basada en
algunas instrucciones prácticas apostólicas expuestas por Pablo para
remediar ciertos abusos surgidos entre las recientes mujeres liberadas
(y sin educación).

Pablo simplemente estaba reforzando las normas básicas de la etiqueta
y protocolo.

La libertad para que las mujeres oraran y profetizaran en las
reuniones o cultos religiosos era tan nueva, que causó algunos
problemas dentro de las iglesias donde los judíos y gentiles adoraban
juntos.

No fue fácil para los primeros judíos cristianos aceptar esa nueva
igualdad espiritual para las mujeres. La idea de que ellas tomaran
parte en las ceremonias religiosas era muy remota, pues lo
consideraban como un sacrilegio. Las mujeres no eran ni aun permitidas
en la corte de adoración en el templo judío.

Aquellos judíos que se habían convertido a Cristo, permanecían en las
costumbres antiguas. Los creyentes judíos todavía permanecían en las
leyes del Antiguo Testamento como su fuente de alimento (lea la
Sección: "Los 500 Años Entre Los Testamentos").

Ellos continuaron la práctica de la circuncisión, y aún tenían a
maestros judíos que entre los gentiles insistían que deberían ser
circuncidados. Por consiguiente, las mujeres, al permitírseles la
libre expresión en la Iglesia, no fueron ciertamente la menor de sus
molestias.

La tradición judía prohibía que las mujeres hablaran en las sinagogas.
Aunque no existía autoridad bíblica para respaldar tales normas, los
judíos creyentes todavía insistían sobre la permanencia a sus
tradiciones religiosas.

2. Arreglos Especiales Para Los Asientos
Sus arreglos para los asientos en los lugares de adoración, fue una
aceptación general de la tradición del templo judío. Siempre había
existido una área restringida para las mujeres, sección ubicada en la
parte trasera de las sinagogas y limitada para las mujeres, donde sus
críticas y habladurías no interrumpieran la adoración sagrada.

Los hombres que siempre habían sido los instrumentos santos de Dios,
ocupaban la sección principal donde pudieran ejercer la adoración
espiritual, conducir sus servicios o reuniones, debatir y discutir los
asuntos diarios, asuntos de negocios, problemas y oficiar en sus
ceremonias.

(En las iglesias en algunos países, Egipto como un ejemplo, todavía
sientan a las mujeres en una sección separada.)

En lo que a las mujeres se refería en la época de Pablo, eran
consideradas generalmente un poco más que bienes muebles humanos,
usualmente sin educación, sin cultura y faltas de experiencia.

En la nueva revolución cristiana, los judíos varones que se
convertían, admitían a regañadientes el hecho de que las mujeres
pudieran ser salvas.

Al considerar los prejuicios que tenían contra las damas, resultaba
ser una agonía mental integrarlas al santuario, y estaba fuera de todo
debate que esas "criaturas inferiores" pudieran hablar o enseñar. La
superioridad del hombre no podía tolerar ese grado de indignidad.

La nueva libertad descubierta por la mujer en Cristo, estaba en
conflicto directo con el antiguo sistema judío, y el resultado fue la
aceptación general de una barrera distinta entre el varón y la hembra
entre aquellos cristianos primitivos.

3. La Necesidad Del Orden Y Dignidad
Para hacer la cuestión peor, las mujeres no eran usualmente educadas y
tendían a hacer ostentación de su nueva libertad como cualquier pueblo
oprimido o esclavizado que es puesto en libertad repentinamente.

Ellas siempre habían sido mantenidas fuera, en la corte de las
Mujeres. Ahora podían entrar al interior del edificio donde pudieran
ver y escuchar todas las cosas.

Esto era intrigante, encendiendo sus espíritus. Algunas eran
elocuentes, otras tempestuosas y clamorosas, aun otras eran
insaciablemente curiosas e inquisitivas.

Esta era una nueva dimensión. Pero su presencia y palabrería, eran
ofensivas para los hombres judíos que ya estaban extenuados hasta los
límites con esa nueva libertad que permitía a las mujeres la entrada
dentro de las asambleas con los adoradores masculinos.

Cuando esas mujeres escuchaban discusiones en la iglesia, algunas de
ellas no podían resistir dar aclamaciones o gritos a sus esposos
solicitándoles explicaciones; tal vez alguna podía objetar a cierto
asunto o entrar en la discusión o proponer una pregunta o aun dar una
profecía e interpretación, y usualmente en una manera desordenada,
gritando desde la sección de las mujeres para ser escuchadas de parte
de los hombres.

Recuerde, esta agitación fue la expresión de las primeras mujeres
liberadas del mundo. Ellas no estaban entrenadas o disciplinadas en su
nuevo papel de la libertad en Cristo. El sentarse dentro de la iglesia
para ver y escuchar todo por primera vez, era una experiencia
abrumadora. No habían aprendido a restringirse a sí mismas; así que,
hablaban sin pensar cualquier cosa que sentían.

Pablo estaba tratando de establecer orden y dignidad en esta nueva
libertad cristiana. Parecía completamente inapropiado, para él o
aquellas mujeres, hacer ostentación de su nueva libertad y gritar
desde la parte de atrás: "la Corte de las Mujeres". No era apropiado
que ellas formularan preguntas y afirmaran su nueva libertad por medio
de exponer profecías o argumentar sobre puntos doctrinales. No era
conforme a la costumbre el que las mujeres enseñaran a los hombres
ideas que consideraran que les hubieran sido reveladas.

Los niños llorando y las mujeres dando clamores para llamar la
atención de los hombres, eran unas exhibiciones ignominiosas y un
bochorno para los varones judíos recién convertidos. Pablo sabía que
algo debería hacerse al respecto. Aquellas mujeres estaban explotando
su nueva libertad y tenían que ser enseñadas a bregar con su nuevo
papel de emancipación en Cristo.

Esta es la situación del contexto en el cual Pablo expuso las
instrucciones concernientes a la conducta de las mujeres en un
servicio o reunión de la iglesia.

No era apropiado que aquellas mujeres enérgicas y sin entrenar se
levantaran para interrumpir una asamblea. Algunas de ellas eran lo
suficientemente impulsivas, en su estado inconvencional, para tomar un
asunto con los hombres en discusión pública, argumentar o persuadir la
opinión pública por medio de enseñar su punto de vista abiertamente.
Imagine el tumulto y agitación que una mujer aldeana de fuertes
convicciones podría causar en una situación como esa.

Puedo entender esto porque he estado en muchos países donde las
mujeres todavía están encadenadas por las costumbres tribales, son
vendidas y compradas como animales, poseídas y usadas por los hombres.
En muchas áreas, a las mujeres se les prohíbe participar en los ritos
paganos o asistir a los sacrificios. Ellas son oprimidas y no tienen
libertad de expresión.

En muchos países de hoy, cuando sus habitantes se convierten y tales
mujeres descubren su nueva libertad en Cristo, les toma buen tiempo
poder ajustarse a su nuevo papel como mujer libre en Cristo.

En las áreas subdesarrolladas, he visto la misma confusión que Pablo
experimentó. Le he tenido que decir con toda sinceridad a las mujeres
incultas de esas aldeas que guarden silencio, que esperen hasta que
lleguen a sus casas para que discutan el asunto. Era inapropiado, para
las mujeres, que se pararan públicamente a discutir un punto mientras
estaban dándole de mamar a su niño con sus senos de fuera.

En algunas áreas de los musulmanes, las mujeres todavía usan velos
porque es una desgracia para ellas el que cualquier hombre, que no sea
su esposo, la vea con la cara descubierta.

Muchas veces les he dicho a los musulmanes que traigan a sus esposas a
los servicios o campañas, lo cual, es una experiencia muy extraña para
ellas.

Las he visto emocionarse de tal manera, con relación al mensaje del
evangelio, que interrumpen nuestros cultos con sus discusiones en voz
alta, exclamaciones espontáneas, formulaciones de preguntas a sus
maridos solicitando explicaciones acerca de lo que he hablado, etc.

Esta es la situación que Pablo afrontó, y él tenía que buscar un
remedio práctico para salvar a la Iglesia de la división y vergüenza.

C. PASAJE PROBLEMÁTICO # 1: SE LES PROHIBE HABLAR
Un pasaje usado para silenciar a las mujeres, es el hallado en 1
Corintios 14:34, 35: "Vuestras mujeres callen en las congregaciones;
porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como
también la ley lo dice. Y si quieren aprender algo, pregunten en casa
a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la
congregación". Si Pablo hubiera tenido la intención de que esto fuera
un mandato absoluto contra cualquier mujer para que no abriere su boca
o utilizara su libre expresión en cualquier forma en un servicio en la
iglesia, sería una contradicción clara contra las instrucciones del
mismo Pablo en unos capítulos previos a este pasaje.

En el capítulo 11 de esta misma epístola, Pablo expone instrucciones
claras sobre el modo y conducta con la cual las mujeres (y los
hombres) deben orar y profetizar.

Después de estas claras instrucciones concernientes a la participación
de las mujeres en los servicios de la iglesia, ¿acaso Pablo se vuelve
para revocar o anular tales instrucciones y tapar la boca de todas las
mujeres hasta el estado de que sean mudas en la iglesia? ¡Por supuesto
que no! Eso no tiene sentido alguno.

1. Tres Palabras Explicadas
En el pasaje anterior, tres palabras necesitan ser explicadas si es
que vamos a entender lo que Pablo estaba enseñando a los corintios.
Esas tres palabras son: mujeres, hablar y dijo.

a. Mujeres. El término mujeres en este pasaje viene de la palabra
griega gune, que significa una esposa (no meramente cualquier mujer).
Estas son instrucciones específicas para las esposas.

b. Hablar. La palabra hablar viene de la raíz griega laleo, que
significa un discurso prolongado o desatinado; ponderar y llamar a
alguien (que esté al otro lado de la sala) sin los modales debidos o
respeto hacia los demás.

c. Decir. En contraste con la palabra laleo, la palabra decir viene de
la raíz griega lego, que significa "extender" (una idea o doctrina) en
palabras usualmente arrogantes o sistemáticas ("...como también la ley
lo dice").

Lego es animado, pero laleo es desanimado.

Una traducción ampliada de los dos versículos anteriores (1 Co 14:34,
35), podría leerse como sigue: "Que vuestras mujeres se abstengan de
hablar [laleo], evitando la interrupción de los servicios de la
iglesia con sus discursos desatinados [palabrerías] y saturadas de
jactancias altaneras, llamando a los demás de manera irrespetuosa o
sin consideración hacia los demás en la iglesia, porque no les es
permitido a ellas hablar [laleo: interrumpir con un discurso extenso o
desatinado o llamando en voz alta a otros], sino que se les ordene que
estén bajo la obediencia, como también lo dice [lego: estableciendo
(una idea o doctrina) en palabras de un discurso sistemático] la ley.
Y si desean saber acerca de cualquier cosa, que pregunten a sus
maridos en casa, porque es indecoroso que ellas hablen [laleo] en la
iglesia".

2. El Comportamiento Ordenado Es Necesario
Estuve en Israel hace muchos años ministrando en una congregación de
habla árabe. Cuando iba de lleno en el mensaje, una dama comenzó a
gritarle a otra que estaba al otro lado del auditorio. Se hablaron a
intervalos durante varios minutos. Tuve que detenerme y esperar. Le
dije a mi intérprete: "¿De qué están hablando?" "¡Oh!", replicó, "ella
le estaba preguntando a la otra acerca del precio de los huevos y de
diferentes verduras en el mercado hoy. La otra dama le estaba
contestando".

En ese momento interrumpí a la dama y le pedí bondadosamente que se
sentara y se callara. Luego le ordené a esa iglesia árabe: "Vuestras
mujeres callen en la iglesia. Si ustedes no se callan, les voy a pedir
que se vayan. Están interrumpiendo el sermón y mostrando falta de
respeto a la Palabra de Dios y a los demás en el servicio".

Como resultado de esta experiencia, entendí perfectamente el problema
que afrontó Pablo en la iglesia de Corinto.

Él no estaba negando a las mujeres la libre expresión del ministerio
en la oración, profecía, sanidad y otros ministerios.

Él estaba tratando de enseñarles buenos modales a mujeres gentiles no
educadas, faltas de experiencia, y cuyo modo de comportarse era
ofensivo a los miembros judíos más cultos de la Iglesia, y cualquier
otro visitante que pudiera estar en el servicio. "Si, pues, toda la
iglesia se reúne… y entran indoctos o incrédulos, ¿no dirán que estáis
locos?" (1 Co 14:23).

Pablo estaba preocupado por la opinión pública. La conducta apropiada
y civilizada, era necesaria para realzar los servicios públicos de los
corintios. Ellos eran tan incautos que hasta se emborrachaban durante
la observación de la Santa Cena (1 Co 11:20-26).

Estos problemas de falta de buenos modales, civismo, cortesía común y
decencia en el protocolo, eran temas importantes en la enseñanza de
Pablo. Él no estaba dando su brazo a torcer en el asunto de permitir
que las mujeres hablaran para interrumpir los servicios de la iglesia;
no obstante, esto no significaba que estaba opuesto a que las mujeres
participaran y hablaran en los servicios de la iglesia.

3. La Traducción De Una Mujer
Montgomery, es la única mujer que conozco que ha producido una
traducción del Nuevo Testamento completo del griego al inglés. Ella da
una traducción interesante del pasaje bíblico mencionado
anteriormente.

Versículo 34, "Ustedes los corintios dicen: Vuestras mujeres callen en
las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén
sujetas, como también la ley lo dice".

El punto de vista de Montgomery es que cuando Pablo escribió los
versículos 36 y 37, él estaba retando la enseñanza de los corintios y
ordenándoles que no enseñaran eso. Pablo estaba retando el concepto de
que las mujeres no hablaran mientras se conducían los servicios.

Versículo 36, "¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de Dios, o sólo
a vosotros ha llegado?" (¿No implican estas preguntas que Pablo está
retando esta enseñanza?).

Versículo 37, "Si alguno se cree profeta o espiritual, reconozca que
lo que os escribo son mandamientos del Señor" (1 Co 14:34, 36, 37). En
otras palabras, Pablo está diciendo: "Haced lo que os mando; no os
enseñéis doctrinas falsas concernientes a las mujeres y su
participación en la iglesia". Mi creencia personal es que el texto
griego sostiene la primera tesis que explica el término laleo: que es
traducido hablar.

No obstante, la opinión de Montgomery puede que tenga alguna validez.
Ambas explicaciones derraman interesante luz sobre un pasaje que ha
sido mal interpretado y aplicado equivocadamente en las iglesias.

D. PROBLEMAS BÍBLICOS # 2: PROHIBIDO ENSEÑAR
En otra carta, Pablo escribió: "La mujer aprenda en silencio, con toda
sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio
sobre el hombre, sino estar en silencio" (1 Ti 2:11, 12).

1. Verdadero Significado
La palabra enseñar es la clave para entender este pasaje bíblico en
cuestión. La palabra griega es didaskaleo, que significa instruir o
enseñar doctrina.

a. Las Mujeres No Podían Establecer Doctrinas. Las mujeres no estaban
autorizadas a establecer normas doctrinales. Esa era una función
manejada por el consejo apostólico (lea Hechos 15).

"Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos
con otros, en partimiento del pan y en las oraciones" (Hch 2:42).

El consejo apostólico era el que establecía las normas doctrinales, y
las mujeres que ministraban tenían que respetar las mismas, no
enseñando cosas contrarias a la sana doctrina. Tal regla no era sólo
para las mujeres, sino también para los hombres. "…Himeneo y Fileto…
que se desviaron de la verdad, diciendo que la resurrección ya se
efectuó, y trastornan la fe de algunos" (2 Ti 2:17, 18). Esos dos
hombres se apartaron de la doctrina de los apóstoles y fueron
condenados.

La profetisa de la iglesia de Tiatira hizo lo mismo (Ap 2:20). La
iglesia fue reprendida por permitir ese distanciamiento de la doctrina
de los apóstoles.

Habiendo expuesto lo anterior, veamos cómo una traducción extendida de
este pasaje bíblico se leería. "Pero no permito que la mujer enseñe
doctrina contraria a la ya establecida por los apóstoles, y usurpar de
esa manera la autoridad sobre ellos; sino permanecer calladas" (1 Ti
2:11, 12).

Es evidente que a Pablo le preocupaba que las mujeres que establecían
doctrinas podrían conducir al engaño, mientras que los hombres son
menos prestos para ello.

"Y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió
en transgresión" (1 Ti 2:14).

b. Las Mujeres No Deberían Tener Dominio "Sobre Los Hombres". Otra
traducción de este versículo sostiene la interpretación anterior.

"Pero no permito que la mujer tenga dominio sobre el hombre ni que
usurpe la autoridad sobre el varón…" (1 Ti 2:11, 12). Esta traducción
es exacta si la coma (,) es dejada fuera del versículo (como en la
Versión del Rey Jacobo). La cuestión reside en la expresión sobre el
hombre (varón), que significa ejercer autoridad (del griego exousia)
sobre el hombre. Para mayor información sobre esto, lea 1 Corintios
11:1-5.

2. Las Mujeres Deberán Compartir En El Ministerio
Para concluir este punto considere lo siguiente: A pesar de cómo uno
vea esto, es cierto que la idea de que las mujeres se sienten en los
servicios o reuniones sin participar, es totalmente incongruente con
el gran cuerpo de Escrituras ya discutidas, las cuales, muestran lo
contrario.

Las mujeres deben compartir el ministerio de ganar almas. La oración,
la profecía, los milagros y el testificar de Cristo, son para las
mujeres también. No veo en la escritura diferencia entre los hombres y
las mujeres en el ministerio, si ambos observan las fronteras
doctrinales explicadas arriba.

Esto es importante porque las mujeres constituyen un enorme ejército
de ganadoras de almas para compartir el ministerio de evangelismo
comisionado por Cristo.

En muchas organizaciones eclesiásticas, a las mujeres se les prohíbe
hablar o enseñar debido a ciertas declaraciones hechas por Pablo.
Estas instrucciones prácticas fueron necesarias debido a
circunstancias completamente ajenas para la mayoría de las iglesias en
nuestra generación.

a. La Mujeres Como Maestras. Pablo escribió a Tito instruyéndole sobre
el papel que las mujeres tenían como maestras. Instruye a "Las
ancianas asimismo sean… maestras del bien; que enseñen a las mujeres
jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas,
cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la
palabra de Dios no sea blasfemada" (Tit 2:3-5).

Se debe notar que la palabra enseñar usada en esta instrucción a las
mujeres, es la misma palabra griega (didaktikos) usada cuando fueron
señaladas las características para los rangos de Obispo y Diácono (lea
1 Timoteo 3:2; 2 Timoteo 2:24) quienes deben ser "aptos para enseñar
[didaktikos]".

E. MUJERES FUERA DE LOS SERVICIOS DE LA IGLESIA
Si su iglesia insiste en que el bozal primitivo deba ser puesto sobre
las mujeres cristianas modernas "en las iglesias", no existe
restricción bíblica sobre el ministerio de las mujeres cristianas
FUERA DEL SANTUARIO, y es ahí donde el ministerio de ganar almas es
más efectivo.

La esposa de un evangelista prominente preguntó lo siguiente:

"¿Por qué deben las mujeres sentirse limitadas en su ministerio aun
cuando sean silenciadas dentro de la iglesia?

El mensaje, testimonio y ministerio cristiano de las mujeres, se
necesita un millón de veces más afuera del santuario que en el
interior."

1. El Mundo Completo Es Nuestro Campo
"Las mujeres no necesitan sentirse despojadas cuando no se les permite
hablar dentro de la iglesia. El ministerio y mensaje de las mujeres
tiene más valor ALLÁ AFUERA: DONDE ESTÁN LOS PECADORES.

Así que, en lugar de quejarse acerca de las pequeñas esquinas a las
que estamos restringidas como mujeres, debemos levantar nuestros ojos
y mirar a los campos de TODO EL MUNDO, donde la interpretación
tradicional de las restricciones de Pablo no se aplica."

2. ¿Dónde Están Los Límites?
"Si nos sentimos obligados a obedecer las restricciones dentro de los
cultos o servicios de la iglesia, ¿acaso no deberíamos sentirnos
igualmente obligados a obedecer a Jesucristo fuera del santuario?
¿Acaso debemos otorgar mayor obediencia a la tradición que a Cristo?"

Así que, ¿dónde nos proponemos establecer nuestras fronteras para las mujeres?

La tradición dice: "Está bien que la mujer enseñe una clase de escuela
dominical o en algunos grupos hasta ponerse de pie a testificar acerca
de lo que Cristo ha hecho por ella. Otros permiten que las mujeres
sean misioneras en países extranjeros o que ministren en una casa,
pero nunca que predique o enseñe.

No obstante, debemos tener cuidado a fin de evitar dar comienzos a las
contiendas o divisiones inconsistentemente. Por ejemplo: Si una mujer
puede salir fuera de la iglesia y testificar, ¿podría ella incluir
Escrituras en su testimonio? Si puede, ¿cuántas, antes de que
considere que está predicando?

Si ella le testifica a un pecador, imagine que se congregue un grupo a
su alrededor. ¿Podría testificarle a diez o a cien o a mil? ¿En qué
punto su testimonio excedería los límites de una mujer? ¿Cuántos
podrían congregarse antes de que ella tenga que callarse y llamar a un
hombre para que tome su lugar?

Si le testifica a un pecador en el metro o en una casa privada,
¿podría testificar a uno en la calle o en el parque o debajo de una
carpa que ella decida levantar? ¿En qué punto deberá ser prohibido su
evangelismo personal?

Si ella testificara a lo largo de una senda, imagine que se congrega
un grupo, ¿podría ella subirse a una peña, para que la puedan
escuchar? Imagine que testifique desde una acera, ¿podría subirse
sobre unos escalones y hablar en voz alta, a fin de que la audiencia
le escuche?

Si es así, ¿podría ella subirse sobre una caja o silla o plataforma?
Precisamente, ¿cuán alto podría ella hablar o cuán alto podría
ascender antes de que pueda cruzar los límites prohibidos para una
mujer y penetrar dentro del dominio del hombre?
Si ella ora con un pecador, ¿podría orar con dos o diez o con cien a
la vez? ¿Cuánto es demasiado para una mujer?

Si ella puede testificar, ¿podría enseñar o predicar? ¿Cuál es la
diferencia? ¿Quién está dispuesto a dividir estas diferencias entre
testificar, predicar, enseñar, evangelizar, o hablar, a fin de que las
mujeres conozcan si deben obedecer a Jesucristo FUERA DEL SANTUARIO
tanto como deberían obedecer la tradición DENTRO del santuario?

¿Acaso deberá el ejército de mujeres cristianas de cultura, educación
y calificadas, continuar en silencio en el evangelismo debido a las
dos instrucciones expuestas por Pablo a un grupo de mujeres sin
cultura, sin educación, quienes hablaban a sus maridos gritando desde
la parte de atrás de la asamblea acerca de asuntos que para ese tiempo
no estaban entrenadas para discutir?

¿Acaso deben las mujeres cristianas modernas ser restringidas por las
costumbres arcaicas?

Para mí, parece irracional atar a un ejército de mujeres cristianas.
Es evidente que estamos condenando las almas perdidas al infierno por
medio de restringir a las mujeres del ministerio mundial del
evangelismo. El poner bozal a su testimonio dinámico para Cristo,
cuando este siglo está decayendo tan rápidamente, es una tragedia.

3. Anímelas A Ir
Miles de mujeres cristianas firmes, se alegrarían de marchar adelante
a evangelizar pueblos para Dios, si no fuera porque están ligadas por
estas ataduras. ¿Cómo podemos nosotros los hombres cristianos
responder entonces ante la sangre inocente de los millones de almas
perdidas, quienes podrían ser salvas a través del evangelismo de
valerosas mujeres de Dios, si fueran animadas a salir adelante?

No puedo evitar hacerme la siguiente pregunta: "¿En qué medida sería
un pecado el que las mujeres cristianas salieran fuera del edificio de
la iglesia a evangelizar y ganar almas, cientos o aun miles de seres
eternos, aun cuando las órdenes de Pablo a esas mujeres sin cultura y
alborotadoras, sean aplicadas a las mujeres modernas y educadas de
este siglo?

Prefiero retar a las mujeres a lanzar sus redes de pesca para Cristo
de la misma manera en que organizan y operan sus asuntos de negocios.

Y si es un pecado delante de Dios para ellas ganar o pescar muchas
almas, entonces, dejemos que su pecado sea cargado a mi cuenta. Y creo
que hay muchos otros líderes cristianos que se sienten de igual
manera.

Por tanto, unámonos en oración por un ejército de mujeres o damas
espirituales que barran el mundo para Jesús.

4. Jesús Escogió Una Mujer
Una de las Escrituras más significativas en el Nuevo Testamento es la
registrada en Juan 20:18. La traducción de la "Biblia Viviente" dice:
"María Magdalena encontró los discípulos y les dijo: ‘He visto al
Señor'. Luego ella les dio su mensaje".

No sé por qué los hombres no estuvieron allí la mañana en que nuestro
Señor resucitó. Ellos habían escuchado Sus palabras. Él les había
dicho que resucitaría. Pero estaban demasiado temerosos y demasiado
escépticos.

Pero María Magdalena estaba allí. Ella vio al Señor y Él la llamó por
su nombre. Ella tuvo una visita con el Señor Resucitado.

Jesús escogió a una mujer para que fuera la primera en proclamar la
resurrección. María Magdalena predicó el primer sermón anunciando que
Cristo resucitó.

El mensaje de la resurrección es el fundamento del cristianismo. "Y si
Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aun estáis en vuestros
pecados" (1 Co 15:17).

Romanos 10:9-10 vincula la salvación de cada persona con la creencia
de "que Dios había levantado a Jesús de los muertos" y con la
confesión de tal hecho ante el mundo.

La RESURRECCIÓN es el mensaje más grande de la Iglesia, y Jesús ordenó
a una mujer para que fuera la primera en llevar ese mensaje. Él dijo:
"Ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi
Dios y a vuestro Dios" (Jn 20:17).

Considere esto detenidamente: Jesús envió una mujer a proclamar el
mensaje más grande de la Iglesia A LOS APÓSTOLES MISMOS.

¿Acaso podemos prohibir a las mujeres hacer lo que Jesús le dijo a una
mujer que hiciera?

¿Acaso debemos fijar límites en el testimonio de una mujer acerca de
Cristo, cuando Él escogió a una mujer para que llevara el primer
mensaje de la Iglesia después de Su resurrección, el mensaje más vital
y poderoso en el cristianismo: que "CRISTO RESUCITÓ"?

¿Deberíamos atrevernos a sofocar a las mujeres cristianas o limitar el
número de personas a quienes puedan testificar, cuando Cristo usó a
una mujer para proclamar el mensaje fundamental en el cristianismo
para los mismos apóstoles líderes de la Iglesia? María Magdalena fue
la "que les llevó el Mensaje de Cristo".

5. Si Yo Fuera Una Mujer
¿Pueden las mujeres cristianas continuar en silencio, cuando tantas
mujeres en la Biblia fueron mensajeras para Dios?

¿Acaso las mujeres cristianas usaron las palabras de Pablo como una
excusa para hacer poco o nada en el ministerio de evangelismo? ¿Es
ello una conveniencia para su propia carencia de consagración y ánimo
para ganar almas?

¿Están las mujeres cristianas dispuestas a aceptar tantos límites en
el ministerio de Dios del Evangelismo, cuando las damas del mundo
están sosteniendo su influencia y efectividad en los negocios,
ciencia, medicina, política y gobierno?

Si yo fuera una mujer, desearía obedecer a Jesucristo fuera de la
iglesia por lo menos tanto como obedecería la tradición dentro de la
Iglesia.

Si yo fuera una mujer, desearía ser considerada una cristiana, una
creyente, una seguidora de Cristo, una trabajadora del evangelismo
personal para Él, una mensajera de la resurrección, una ganadora de
almas.

Si yo fuera una mujer, desearía realizar la obra de una cristiana.
Desearía dar a entender a todos que Cristo vive en mí, que Él sirve a
través de mi persona, que habla a través de mi vida, que ama y
ministra a través de mí, que mi cuerpo es Su cuerpo, que Él puede
continuar Su ministerio A TRAVÉS DE MÍ, que así "como Dios envió a
Cristo al mundo, de la misma manera me envía al mundo" (Jn 17:18;
20:21 parafraseado).

Si yo fuera una mujer, quisiera hacer las cosas que Cristo le dijo a
los creyentes que hicieran, aun cuando tuviera que sufrir persecución
por hacerlo. Mi Señor sufrió por mí. Estaría dispuesto a sufrir por
Él.

Si fuera una mujer, desearía ser una de las personas sabias que
"escuchó los dichos de Cristo y los HIZO" (Mt 7:24), edificando mi
ministerio de ganar almas sobre la roca de la fe y la acción.

Si yo fuera una mujer llena del Espíritu Santo (Hch 1:8), querría ser
un testigo de Cristo "tanto en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y
en todos los confines de la tierra".

Si yo fuera una mujer, me regocijaría porque el profeta Joel dijo:
"Derramaré de mi espíritu sobre TODA carne; y vuestros hijos y
VUESTRAS HIJAS profetizarán" (Jl 2:28), y debido a que el Apóstol
Pedro predicó que "sobre mis siervos y SOBRE MIS SIERVAS en aquellos
días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán" (Hch 2:18).

Estaría tan contento de que la palabra hebrea usada por Joel signifique:

"Hablar o cantar por inspiración; predecir o dar un discurso"; y que
la palabra griega usada por Pedro signifique: "Hablar bajo la
inspiración divina; ejercer un oficio profético; un orador inspirado".

Si yo fuera una mujer, me regocijaría de que Jesús nunca tuviera
acepción de personas, ni hiciera diferencia alguna entre los sexos.
Estaría impresionado por las diferentes mujeres que estuvieron
asociadas con Su vida y ministerio.

Quisiera ser la más vil de las mujeres de Samaria, quien tan pronto
como creyó en Él, dejó el cántaro de agua y salió corriendo hacia la
ciudad para evangelizarla para Jesús. Juan 4: "…salieron de la ciudad,
y vinieron a él… y muchos de los samaritanos de aquella ciudad
creyeron en él…" por el testimonio de UNA MUJER (vs 30, 39).

6. Ministerio Ilimitado
Las mujeres tienen un papel divinamente privilegiado en la vida. Ellas
cargan con muchas de las responsabilidades del hogar además de tener
que estar sujetas a sus maridos en el Señor. También ejercen una
influencia incomparable sobre sus maridos y la familia como un todo.

Alguien ha dicho: "La mano que mece la cuna, es la mano que gobierna al mundo".

La maternidad es una santidad privilegiada de vida que excede las
remuneraciones y alegrías de cualquier cosa que un hombre pueda
experimentar alguna vez.

La gracia natural e influencia de una mujer es excelente y
remuneradora por sobre cualquier virtud.

Las mujeres tienen un ministerio ilimitado si ellas desean hacer lo
que Jesús dijo que hicieran: que testificaran, que ganaran almas, que
evangelizaran; su campo es EL MUNDO.

Que ninguna mujer se preocupe por las restricciones impuestas sobre su
ministerio en las pequeñas esquinas de nuestro mundo llamadas los
edificios de la Iglesia, cuando no hay límites impuestos sobre
nosotros FUERA DEL SANTUARIO.

El ministerio que Jesús depositó sobre Sus seguidores cuando Él se fue
al cielo, puede ser ejercido únicamente fuera de las iglesias.
Afortunadamente para las mujeres, no hay tradiciones o escrituras que
prohíban su ministerio allá afuera.

Así que, el mensaje de esta sección es dirigido a las mujeres al igual
que a los hombres: a que salgan afuera donde están los pecadores,
SALIR A LA ACCIÓN FUERA DEL SANTUARIO, a las avenidas y encrucijadas
saturadas de transeúntes de la sociedad; fuera en los paseos públicos,
cinemas, parques, en las tiendas, en las casas, en las casas movibles,
debajo de los árboles, en los teatros y a contarle a todo el mundo:
"He visto al Señor, luego ELLA LES DIO SU MENSAJE" (Jn 20:18).

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