«A mi esposo le gusta mucho ver pornografía, y eso a mí me molesta y duele. Yo le digo que eso no le hace bien a nuestro hogar y que… me hace sentir miserable [y] pensar… que no soy suficiente para él. Yo le pregunto por qué lo hace, y me dice que todos los hombres son así.
»¿Es verdad eso? ¿Es posible que los hombres no puedan contener ese vicio?»
Este es el consejo que le dimos:
«Estimada amiga:
»Sus preguntas son buenas, pero no tienen respuestas sencillas. Permítanos explicarle qué queremos decir con eso.
»Su esposo dice que todos los hombres son así, y usted nos pregunta si eso es verdad. La respuesta es sí y no.
»Sí, todos los hombres (y todas las mujeres) nacen con una tendencia a hacer cosas que no les convienen ni a ellos ni a los demás. Niños de dos años de edad se pegan entre sí y se pelean por obtener algo que no les pertenece. Nadie tiene que enseñarles que hagan cosas que los pondrán en peligro o que perjudicarán a los demás. Eso lo hacen como algo natural…. De modo que cuando su esposo dice que todos los hombres son así, es verdad que todos los hombres tienen la tendencia a pecar….
»Sin embargo, no es verdad que todos los hombres tengan la costumbre de usar la pornografía como un medio de satisfacción personal. Tampoco es verdad que todos los hombres piensen que está bien ver pornografía. Y el hecho de que su esposo justifique y trate que se considere normal su vicio es el aspecto más problemático de su situación. Debido a que no lo considera destructivo para sí mismo ni para su matrimonio, al parecer él no tiene ningún deseo de abandonarlo….
»Como no es él quien nos está pidiendo ayuda, de nada serviría decirle a usted lo que él necesita hacer para librarse del dominio de la pornografía.
»Estamos totalmente de acuerdo con usted en que la pornografía no le hace bien a su hogar ni a su matrimonio…. Conduce al descontento… y al deseo de escapar de la realidad, rechazando a su compañera que tiene aliento de vida y cambiándola por relaciones virtuales. A algunos hombres, puede llevarlos a la comunicación en la Internet o mensajes de texto electrónico con otras mujeres, y eso está a un solo paso del adulterio, del riesgo de contraer alguna enfermedad venérea, incluso el SIDA, y de llevar una vida doble.
»Le recomendamos que cultive una relación personal con Dios, quien le dará la sabiduría que necesita para influir en su esposo. Cuando ore, Dios le dará su paz divina en su interior y la fortaleza de carácter que usted necesita. Y apelará a la conciencia de su esposo, de modo que él no siga justificando su conducta, sino que quiera cambiar su vida.
MATERIA RECOLECTADO DE LA WEB
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